miércoles, 25 de abril de 2012

¿Qué quiere vendernos la neurociencia? (2ª parte)

[ viene de 1ª parte http://meditacionespsicosoficas.blogspot.com.es/2012/04/que-quiere-vendernos-la-neurociencia-1.html ] Presentación y reflexión entorno del paradigma de Libet y la negación del libre albedrío.



-          Oráculo: ¿Un caramelo?
-          Neo: Tú ya sabes si voy a aceptarlo
-          Oráculo: Menudo oráculo si no lo supiera
-          Neo: Pero si tú ya lo sabes, ¿cómo voy a escoger yo?
-          Oráculo: Porque si estás ahora aquí no es para escoger, tú ya elegiste. Has venido a intentar comprender por qué lo hiciste. A estas alturas ya deberías saberlo.
Matrix Reloaded




Los recientes descubrimientos llevados a cabo por los neurocientíficos tienen consecuencias que pueden ser muy cercanas al hombre corriente.

En cuanto al paradigma de Libet (expuesto anteriormente) y experimentos más actuales, hemos visto el importante papel que juega el inconsciente en la toma de decisiones. Las conclusiones de esos diseños sugieren que para decisiones simples como mover la mano derecha o la izquierda, en el cerebro ocurren unos cambios que disponen a realizar uno u otro movimiento segundos antes de que el mismo sujeto tenga la impresión consciente de tomar esa decisión. Esos cambios quedan en territorio del inconsciente el cual, no obstante, no sería algo ajeno al sujeto y que coarta su libertad, sino que lo podríamos definir, más bien, como unas disposiciones que el sujeto ha adquirido, unas cuantas por transmisión genética y la mayoría por aprendizaje, y que le impulsan a actuar de un modo particular. Además, y quizás sea lo que más destacan los neurocientíficos, esas disposiciones inconscientes sofistican el proceso de toma de decisiones restringiendo el abanico de actuaciones del sujeto, anticipándolas y asociándolas a un estado emocional concreto (aquí entra el concepto de marcadores somáticos de Antonio Damasio). En definitiva, se trataría de un dispositivo elaboradísimo que en ningún caso supone un déficit para la persona.

La pertinencia de esta discusión reside en que el inconsciente no sólo aparece para decisiones sencillas como las comentadas, de mover una u otra mano; sino que se está sugiriendo que tiene una incidencia creciente en todas nuestras decisiones: juicios morales, elecciones políticas, conducta de consumo (se oye hablar mucho de neuromarketing), y en definitiva en nuestro día a día.

Entonces; si el inconsciente actúa no sólo para decisiones sencillas sino en cada aspecto de nuestras vidas y si tenemos la tecnología y los métodos (neuroimagen) para observar el desempeño del cerebro ¿cómo podemos ayudar a las personas a ser más conscientes de sus actos, y por lo tanto más libres? ¿Cuáles son las consecuencias de estos descubrimientos a nivel educativo? ¿Qué pasará a nivel laboral?

En primer lugar es destacable que los recientes descubrimientos de la neurociencia se enmarcan en un campo muy concreto e intentan aportar nuevas luces, aunque también traigan sombras, sobre una inquietud muy humana: conocerse a sí mismo (más adelante discutiré la relación entre la psicología, que vendría a ser la disciplina ocupada en dar respuesta a esa inquietud, y la neurociencia). Aceptando esta premisa se puede deducir que las incertidumbres (sombras) que traen estos resultados no llegan solas sino que suelen ir acompañadas de soluciones (luces). Como señala Zygmunt Bauman:

«Los dilemas y las incertidumbres que las sociedades diseñan para sus miembros suelen venir acompañados de estrategias y herramientas para su resolución socialmente respaldadas»

La incertidumbre que puede derivarse de comprender que, en el momento de tomar una decisión, uno es mucho menos consciente y racional de lo que creía encuentra su contrapeso principalmente en el concepto de plasticidad cerebral. También hay quien afirma que deberíamos confiar en nuestro inconsciente y que esas decisiones que se toman de forma más intuitiva tienen tanta validez como una decisión profundamente razonada y meditada, pero, sinceramente, eso a mí no me consuela. ¿Qué tiene en cambio el concepto de plasticidad cerebral para que pueda contrarrestar la incertidumbre fabricada?

El concepto de plasticidad cerebral supone una connotación bastante opuesta al determinismo, digamos que, a grandes rasgos, lo que implica este concepto es que el cerebro se hace a sí mismo básicamente a través de la experiencia. Se trata una visión distinta de la que se ha presentado hasta este momento. En esta visión de la plasticidad cerebral y cómo diría el doctor en Psicología Marino Pérez «el cerebro también es variable dependiente, comoldeada por la conducta y la cultura»[1].  


Lo que nos sucede a lo largo de nuestra vida junto con el valor emocional que le damos y otras cosas cuya lista aún no está cerrada (y es poco probable que lo esté algún día), conforman, refuerzan y reorganizan los circuitos y conexiones neuronales. Evidentemente gran parte de estos quedarán codificados en el cerebro y en un futuro puede que actúen de forma inconsciente (que no es lo mismo que aquellas actividades que por aprendizaje y repetición conseguimos hacer automáticamente, por ejemplo montar en bici). La importancia de estas conexiones cerebrales que actúan de forma inconsciente y que pueden dirigirnos hacia una decisión incluso antes de tener la experiencia subjetiva de tomar la decisión es cada vez más defendida por la neurociencia. Pero al mismo tiempo defienden que gracias a la plasticidad cerebral nosotros construimos esas conexiones y que, por lo tanto, tenemos un papel protagonista muy activo. Y para ayudarnos en este papel seguro que no faltarán especialistas que por un módico precio prestarán sus servicios a aquellas personas interesadas en explorar los recovecos de su psique.

Evidentemente es difícil responder a la pregunta de cómo podemos ayudar a las personas a ser más conscientes de sus actos, y por lo tanto más libres. Primero hay que asumir que las personas quieran ser ayudadas a ello, que no está tan claro. Y, en definitiva, debemos creer que la decisión de explorar nuestra psique para construir nuestro inconsciente y por lo tanto obtener un grado de control algo mayor; primero: es posible, y segundo: es realmente una decisión consciente.

¿Serán los neurocientíficos los oráculos del siglo XXI, que nos darán las claves de nuestros comportamientos? ¿Cómo se incidirá sobre las conexiones cerebrales para, por ejemplo conseguir un cambio en esas conductas inconscientes? ¿Fármacos o palabras?

Marc

[ sigue en 3ª parte http://meditacionespsicosoficas.blogspot.com.es/2012/05/que-quiere-vendernos-la-neurociencia-3.html ] Consecuencias de la neurociencia en el ámbito educativo.

[1] Pérez Álvarez, M. (2011) El mito del cerebro creador. Cuerpo, conducta y cultura. Madrid: Alianza.




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